Hoy en los profesorados de Lengua y Literatura, de la República Argentina, existe de acuerdo con el diseño curricular de terciario, un espacio de fundamentación llamado Lenguas Clásicas, que corresponde a la enseñanza del Latín y muy pocas veces de Griego clásico. Sin embargo la incidencia griega en nuestro idioma, que llega a un veinte por ciento, no es tan importante como la lengua latina, hoy denominada lengua muerta. Pero si nos ponemos a revisar y realizar una investigación en el castellano, encontramos también una gran influencia de la lengua árabe, mucho más importante que la griega, sin menospreciarla. Entonces ¿ por qué no estudiar la lengua árabe, como espacio de la fundamentación antes que el griego en los profesorados de Lengua y Literatura? Desafortunadamente aún no se ha presentado un estudio formal y profundo sobre el caudal árabe que dejó en el castellano un veinticinco por ciento de vocablos, más que la lengua griega. Es difícil admitirlo pero aún se carece excepto algunos contados diccionarios de este tema y de algunos pocos estudiosos del tema que han sido bienaventurados, que sintetice alguna explicación sobre la raíz árabe en las palabras castellanas. Y debemos reconocer que por su diferencia religiosa y alfabética con nosotros, no se ha podido disfrutar de la profunda belleza de este idioma. Quiero teorizar que esta negativa a dicho estudio, se debe a que los programas satisfacen más a la cultura clásica en general, ya que es más importante la literatura que el aprendizaje del idioma, a la ignorancia y desatención misma de quienes hacen los diseños curriculares, sin tener la menor idea de tales estudios filológicos, no atendiendo el provechoso aprendizaje de la historia de nuestro idioma, y a la arrogante influencia imperialista occidental, que hoy invade a nuestro idioma a través de barbarismos de importación, vocablos que han entrado al castellano con un valor de traducción en el nuestro, pero que se usan en especial en la lengua inglesa. Hoy en los profesorados de Lengua y Literatura existe un nuevo espacio de fundamentación que se llama lengua extranjera y se dicta clases de lengua inglesa.
Para tal aseveración quiero remontarme a la historia de nuestra lengua y hacer una breve reseña para que el lector comprenda la necesidad de implementar la lengua árabe como un modo de complemento final y acabado para el estudio de la historia de la lengua castellana en los profesorados de Lengua y literatura.
Para entender mejor la evolución del castellano y la influencia de la lengua árabe debemos remontarnos al principio del Imperio Romano, cuando se expande a otros lugares, entre ellos España (Hispania, tierra de conejos). Sabemos que la lengua de Roma tenía dos expresiones una culta (sermo urbanus), utilizada por escritores y la otra popular, (sermo rusticus), utilizada por colonos, comerciantes, soldados y plebeyos, esta última es más viva y ofrece diferentes formas según la época y el lugar. A través del tiempo se fue hablando el sermo rusticus, el idioma vulgar, ya que esta gente se fue instalando en las provincias del Imperio, deformando así el latín clásico. Queda pues establecido que el sermo rusticus, es la piedra fundamental de los idiomas románicos y naturalmente del español, ya que el bajo pueblo pudo aprender nada más que el idioma rústico, que oye de la boca de los colonos, mientras que la aristocracia ibérica, rápidamente se romaniza y adquiere el uso del latín culto, cuyas diferencias son pocas y no tan exageradas ya que provienen de la misma raíz.
Cuando se produce el desmoronamiento político del Imperio por la invasión de los bárbaros, la corrupción del Latín ya iniciada, como demuestra el Aprendix Probi, va en aumento, porque Roma, que ha dejado de ser un centro de poder, no puede ser ya un foco cultural, que imponga sus normas unificadoras. Cada provincia dejará evolucionar su idioma hablado de acuerdo con las influencias psicológicas o lingüísticas más inmediatas.
Pero a pesar de todo se mantendrá las dos zonas lingüísticas: el latín clásico, derivará hacia el bajo latín, que durante la Edad Media procurará en lo posible mantener algo de la morfología y la sintaxis de la antigüedad, lengua que se hablará en toda la Edad media. Y el latín vulgar, va evolucionando lentamente hasta dar lugar a los idiomas romances.
Sin embargo, España adopta el latín como lengua cultural y popular. Durante muchos años resonó en ella el idioma del Lacio, primero por el gran prestigio de la cultura clásica que se reflejó en muchas escuelas españolas y más tarde por la fuerza espiritual que tomó la Iglesia que se hace romana y usa el idioma para la difusión de la liturgia. A partir de ahí España entera se romaniza, por eso nuestro idioma es romance (de Roma) y de cada cuatro palabras que decimos tres son de origen latino.
Existió una dependencia evidente entre las formas del romance que nace del bajo latín. Pero la diferencia se produce cuando el bajo latín es usado por los padres de la Iglesia, ya que se veían obligados a usarlo, porque muchos de los vocablos clásicos, no eran comprendidos por la gente vulgar. Inversamente sucede que cuando una expresión se convierte en demasiado vulgar, los cultos la ennoblecen por su propia necesidad de mantener el latín culto, por ejemplo, el especialista en enfermedades de la vista, (ojos) no se llamará ojista, sino oculista, derivado de la raíz oculus (nominativo).
De aquí el hecho de estudiar la cultura clásica latina en los profesorados de Lengua y Literatura por el gran caudal lingüístico que dejó el paso del Latín en España y posteriormente a América a través de la conquista española.
¿ Qué pasó con las demás influencias lingüísticas en el castellano? Si nos remontamos al Libro de Guillermo Díaz Plaja, Historia del español, afirma que hay pocas influencias griegas en el español, lo más interesante son los vocablos helénicos que llegaron a través de los romanos, o bien de los mismos griegos que trajeron en épocas remotas a sus colonias de España. Se estiman helenismos primitivos, como por ejemplo púrpura, golpe, botica, huérfano. Recuérdese que en tiempos de Justiniano, se constituye un dominio griego en la costa oriental de la península Ibérica y que durante la Edad Media mantiene España un contacto con Grecia. Se hace más intenso su interés en el Renacimiento, que ve en lo greco latino una fuente de ennoblecimiento del lenguaje, y lo utiliza para crear la tecnología científica, por ejemplo Geografía, fisiología.
Sin embargo, durante cerca de ocho siglos España permanece unida lingüística, política y culturalmente a Roma, cuando durante los siglos V y VI comienza la aparición de pueblos del norte, que se van instalando en España, se tratan de invasiones reducidas, pero que no desplazan a la población hispano romana. Los nuevos dominadores son culturalmente inferiores a los hispanos, por eso la lengua latina no se pierde y estas nuevas hordas adaptan su idioma al latino. En el siglo VI se produce la unificación religiosa, política y cultural entre estos pueblos y España.
La influencia lingüística de estos pueblos está bien definida en la romania, por ejemplo el elemento germánico no fue de suma importancia en la introducción del latín no siendo así con la árabe, que por haber tenido mayor convivencia tiene un alto porcentaje de vocablos en el español.
Trescientos años después de los germanos, aparece un nuevo factor histórico, la llegada de las tribus árabes, llevan con ellos la unidad religiosa y también lingüística, por eso se dice que fueron un imperio tan importante como Roma. Se quedan en el territorio de España desde el 711 hasta 1492. Son ocho siglos de transmisión de cultura y por consiguiente su lengua. Su presencia dejó una caudal incalculable de cultura, hemos conocido a los clásicos griegos gracias a su lengua, ya que fue el hilo transmisor de esta cultura clásica. Esto se hizo a través de la las escuelas de traductores. Con una gramática sencilla, con raíces consonánticas similares, pocas vocales y de bellísima sonoridad, apto para la expresión poética. Es gratificante escuchar de la boca de un hablante árabe su propia poesía.
Como dijimos en otros artículos la cultura musulmana tuvo mucho más calidad y abundancia que los pueblos cristianos que eran precarios y de alta pobreza cultural.
Esta cultura tan enigmática incide en el joven idioma de la península, y muchos vocablos árabes pasan a él, por ejemplo palabras de origen militar, de organizaciones sociales, oficios, agricultura, instrumentos, etc. El idioma árabe es uno de los más antiguos, data de 2400 años a. C, y se desprendió del acadio. Evolucionó y sobrevivió a todo este tiempo. En la actualidad hay ciento cincuenta millones de seres que hablan el idioma árabe.
La cultura árabe se impone efectivamente en el año 756 d. C, cuando el califa de Damasco,(Abderrahmán) emigra a Córdoba y constituye su califato e inaugura esta civilización que va a iluminar a la Europa del momento en el progreso de la arquitectura, la medicina, la matemática, la astronomía, la agricultura, la filosofía y la literatura. Todos estos conocimientos nuevos implicaron el uso de nuevos términos y palabras en la lengua castellana., inexistentes en la península hasta ese momento.
El intercambio entre los dos pueblos, el árabe y el español, y las traducciones realizadas desde arameo, griego, romance al árabe contribuyeron al surgimiento de un nuevo castellano, enriquecido con bagaje de términos nuevos. Entre los siglos X y XV el árabe fue el idioma literario y científico que rescató el genuino pensamiento griego, pues muchos de los textos que conocemos en griego se deben a sus exactas traducciones al árabe.
Es así como la España castellana, comienza a hablar diariamente casi un tercio de árabe asimilado por un castellano de ochocientos años de convivencia con este idioma, y por consiguiente llega esta rica influencia a América a través del conquistador español. Muchos navegantes andaluces ( mozárabes y mudéjares) han dejado sus vocablos para no olvidarse de sus fonemas, como por ejemplo Caribe (Qarib); Tucumán ( Tujumán, del plural Tujmah, última frontera, por la ausencia de la jota en el romance fue reemplazada por la C, tucma, Tucumán).
Todas estas explicaciones deberían hacer que la lengua árabe sea contemplada en los programas curriculares de los profesorados de Lengua y Literatura en la Argentina, que se le dé su lugar tan ganado, en la historia del castellano, ya que también cumplió un papel preponderante en el enriquecimiento del idioma castellano.